Luego de un par de inconvenientes tales como tejas sueltas, gatos agresivos y cables poro visibles el joven Tobirama por fin llego al hospital de Konoha y justo a tiempo, al entrar a ese grande edificio lo primero que percibió fue aquel olor peculiar que caracteriza a los hospitales, sintió ese escalofrío que muchos sienten en los hospitales debido aquel silencio que rápidamente podía cambiar a gritos de dolor y sufrimiento, por suerte al momento en el que el joven entro todo se encontraba en silencio y parecía que así seguiría. Lo primero que vio fue a la enfermera que se encontraba en el mostrador de resepcion una joven bella, de cabellos rojizos, cara fina y cuerpo esbelto, ya se conocían pues siempre que el joven asistía a sus tratamientos era la joven que estaba en recepción, asi sin decir nada el joven le hizo un gesto con la mano en forma de saludo y siguió su camino por aquellos corredores de paredes blancas del hospital.
Caminaba lentamente y cuando giraba la cabeza para observar los cuartos cuyas puertas se encontraban abiertas podía observar jóvenes, niños, ancianos todos eran bien recibidos en el hospital de Konoha, una vuelta a la derecha otra a la izquierda caminaba derecho varios cuartos de nuevo a su izquierda y al final el joven Senju llego a aquel cuarto donde recibía su tratamiento, se sentó en una pequeña silla junto a la cama y espero al doctor.
Luego de unos cuantos minutos de espera el doctor llego al final su expresión era seca, fría casi sin vida alguna, quizá era debido a los horrores y dificultades que puede llegar a ver un medico pese a su expresión siempre hablaba con voz amable y expresiones sencillas.
-Doctor como va la progresión de la enfermedad??-
Pregunto el joven Tobirama mientras le colocaban aquellas inyecciones preventivas, el doctor no hablo solo agacho la cabeza tras escuchar la pregunta.
-Wow tan mal va?? Me quedan años? Meses acaso?-
-Quizá un año, poco mas poco menos-
Luego de aquella respuesta del doctor que estaba llena de lo que parecía ser lastima, Tobirama dirigió su mirada hacia la ventaba donde se podía observar un árbol frondoso que tenia una rama que casi alcanzaba la ventana donde había un pequeño nido de pajaritos, los vio y dijo
-Doctor no se por que dice eso asi yo se que encontrare mi cura y sabe por que? Por esos pajaritos-señalando la ventana-, ellos viven en Konoha al igual que muchos mas y yo los pienso proteger y no lo puedo hacer si estoy muerto jeje-
Sin duda palabras optimistas de una persona que alguna vez pensó en quitarse la vida al tener conocimiento de su grave enfermedad pero le debía ese optimismo a una persona especial, su abuelo, que era un anciano sabio y gentil. El doctor luego de escuchar esas palabras esbozo una sonrisa y sin decir nada le hizo una sena con su dedo pulgar que apuntaba hacia arriba con el puno cerrado como un gesto de aprobación, luego de eso termino las inyecciones del tratamiento del día de hoy.
Sin esperar un solo segundo luego de que aquella larga aguja saliera de su piel junto con una pequeña gota de sangre que escurrió una pequeña distancia antes de que fuera removida por una pequeña bola de algodón con alcohol que puso el joven Tobirama, este se levanto de la silla en la que se encontraba y grito
-Hora de la misión!!-
-Gracias doc-
Estas ultimas palabras de agradecimiento salieron por la boca de el genin mientras salía corriendo por la puerta pues el dia de hoy estaba listo para tomar un misión ninja, su próximo destino sin duda seria la torre de misiones del Hokage.